Si hay alguna actriz a la que debemos considerar la reina del melodrama es Bette Davis, aunque su "querida enemiga" Joan Crawford quizás no estaría de acuerdo. Fuese la villana de la función o la buena del filme, Davis bordó casi siempre los papeles dramáticos. Mis favoritas son la trilogía con William Wyler (Jezabel, La loba, La carta), Amarga victoria y sobretodo la genial Eva al desnudo, pero siempre brilló a gran altura, fuese mejor o peor la película. En los 60 giró al cine de terror con dos obras maestras como ¿Qué fue de Baby Jane? o Canción de cuna para un cadáver, y poco antes de morir nos dejó dos perlas como Las ballenas de agosto y La bruja de mi madre. sigue considerándose una de las grandes estrellas del Hollywood clásico.
La extraña pasajera es uno de sus melodramas más emblemáticos. Dirigida por el hoy olvidado Irving Rapper, director con títulos notables como la primera versión de El zoo de cristal y El bravo (Oscar con pseudónimo para Dalton Trumbo, entonces en la lista negra de Hollywood, es un notable filme sobre una mujer con problemas familiares y psiquiátricos que conoce en un viaje a un arrquitecto casado. Acompañaban a Davis Paul Henreid y el gran Claude Rains.
El filme ganó el Oscar a la mejor banda sonora. Sin ser tan conocida su música como la de Lo que el viento se llevó, si que es una gran obra de Max Steiner, llena de un enorme romanticismo.
Entre las nominadas, Bambi, El cisne negro (Alfred Newman), sorprendentemente La quimera del oro (era música para un reestreno de Max Terr, los filmes de Chaplin aparecen en los Oscar en el momento más inesperado, y no será el único filme suyo con nominación u Oscar tardio), El libro de la selva (Miklòs Rosza), El orgullo de los yankees (Leigh Harline) y To be or not to be (Werner Heumann).
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