Aunque ya llevaba varias obras maestras y dos Oscars (La strada y Las noches de Cabiria), la película que creo que convierte a Fellini en mito popular y en uno de los directores más icónicos de la historia del cine es La dolce vita. Ha quedado tan marcada en la historia del siglo XX que desde su estreno el término Dolce vita se aplica a una vida de excesos y de lujo, y se creó la palabra paparazzi para referirse a los fotógrafos especialistas en cotilleos, proveniente del nombre de un personaje de la película.
La película marca también un punto de inflexión en la filmografía de Fellini, antes de ella su filme era claramente neorrealista con incursiones en lo poético, pero a partir de La dolce vita se hace más libre, más inclasificable, más onírico y para algunos críticos también más discutible. La historia del periodista nocturno que se mueve entre las celebridades de la Roma de comienzos de los 60 es el filme más recordado de Marcello Mastroianni y ha dejado escenas memorables como el baño de la Fontana de Anita Eckberg, el viaje en helicóptero de la estatua de Jesucristo o la fiesta final. Por supuesto, fue prohibido por la censura franquista, tanta sensualidad y la escena del Cristo que consideraron blasfema era demasiado para el régimen franquista. Entre los secundarios, se puede observar al cantante y actor Adriano Celentano en una de sus primeras apariciones en cine.
La intención de Fellini era no incluir música original, sino un conjunto de canciones populares en la época, pero no pudo obtener los derechos, por lo que recurrió como siempre a Nino Rota, El maestro volvió a dar lo mejor de sí para Fellini, su música es maravillosa y uno de los trabajos más icónicos de la colaboración entre ambos.
Y si se me permite, le tengo mucho cariño a la banda sonora de Rota. El último espectáculo de nuestra compañía Teatro de pacotilla acababa con un número musical con la banda sonora de La dolce vita. No lo reproduciré aquí el número, pero claro, está dentro de mi carrera como actor amateur.
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