El éxito de James Bond en los 60 hizo que proliferasen todo tipo de agentes secretos y espías. Los hubo de todos tipos, más paródicos, más serios, más cutres, y algunos tuvieron bastante éxito como Derek Flint o Matt Helm.
El más famoso de todos fue Harry Palmer, aunque es la antítesis de James Bond. Surgió de una novela de Len Deighton en la que no se decía el nombre del protagonista, y los productores se decantaron por el nombre de Harry Palmer porque lo consideraban poco glamouroso. El espía en la novela Ipcress es descrito como alguien de clase trabajadora, que vive en apartamentos u hoteles de mala muerte y que lleva gafas.
Producida por Harry Saltzman, úno de los responsables de los primeros filmes de Bond,Ipcress fue la primera película de Palmer, también trabajan el gran diseñador de producción Ken Adam, el editor y director de Al servicio de Su Majestad Peter Hunt y el compositor de que luego hablaremos. En ella, Palmer trata de resolver el secuestro de un científico.´Ganó el BAFTA a la mejor película británica y formaría una trilogía con Funeral en Berlín y Un cerebro de un billón de dólares, y en los 90 habría dos telefilmes, El expreso de Pekín y Medianoche en San Petersburgo.
Es la película que lanza a la fama a Michael Caine, hasta entonces prometedor secundario en filmes británicos. El resto de su carrera no necesita presentación, sigue siendo uno de los mejores vivos del mundo, pero Palmer continúa siendo uno de sus personajes más icónicos.
Es la película más conocida y una de las mejores del director canadiense Sidney J. Furie, hombre de irregular trayectoria posterior: Sierra prohibida, El ocaso de una estrella, Los chicos de la Compañía C, El ente, Águila de acero o Supermán IV son algunos de sus títulos más conocidos.
Como he dicho antes, la banda sonora corrió a cargo del compositor más bondiano. No es uno de los trabajos más recordados de John Barry, pero a mí también me parece muy bueno.
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