Tras el éxito de Gremlins y a la vez que Los Goonies, el guionista Chris Columbus y el productor Steven Spielberg coinciden en un tercer proyecto sobre las aventuras juveniles de Sherlock Holmes llamado El secreto de la pirámide. La película no acaba de funcionar en taquilla en su estreno, pero acaba por convertirse en un pequeño clásico de los 80, es innovadora en dos aspectos que comenzaban en esos momentos y tiene una memorable banda sonora de un gran compositor injustamente olvidado por Hollywood actualmente.
Debió pesar en 1985 demasiado el triste final del filme, no muy habitual en su momento, es la única explicación a que no fuese un éxito. Está dirigida por el artesano Barry Levinson, para mí un tanto sobrevalorado en otras ocasiones (Rain man, Bugsy) pero que aquí hizo para mí su mejor trabajo junto con Good morning Vietnam.
Debía lanzar la carrera de sus protagonistas, pero no fue así, A Nicholas Rowe (Sherlock Holmes) le veo de vez en cuando como secundario en algún filme, de Alan Cox (Watson) o no recuerdo nada o ha cambiado mucho.
Fue pionera en la animación por ordenador. La sección de Lucasfilm liderada por John Lasseter creó un inquietante caballero de una vidriera que llamó la atención en su momento. Luego Lasseter se separaría de Lucasfilm y se uniría a Steve Jobs y no hace falta recordar que surgió de esa unión: Pixar.
Fue también la pionera en incluir una escena poscréditor. Hasta entonces había algún caso aislado como Aterriza como puedas con un chiste final, pero lo de El secreto de la pirámide era diferente, una vuelta de tuerca final donde no solo aparecía vivo el villano que creíamos muerto, sino que se convertía en Moriarty, el más conocido enemigo de Holmes. Muchas veces se ha imitado ese giro final en las escenas poscréditos, pero pocas han tenido el impacto de la de El secreto de la pirámide.
El caso del compositor Bruce Broughton es extrañísimo, de ser uno de los más brillantes compositores de los 80 y los 90 a desaparecer prácticamente de las principales producciones estadounidenses a partir de 1998. Desde entonces, creo que pocas películas he visto con su música, pero hasta esa fecha su filmografía era impresionante: Silverado, Dulce libertad, Bigfoot y los Henderson, Una pandilla alucinante, Más fuerte que el odio, Testigo accidental, Permanezca en sintonía, Cariño he agrandado al niño, Conserje a su medida, Tombstone, El peque se va de marcha, Milagro en la ciudad, Conspiración en la sombra o Perdidos en el espacio tenían muy buenas bandas sonoras, algunas grandiosas. Por encima de todas, El secreto de la pirámide, para mí su obra maestra con un tema principal muy bello y estupendas músicas para los villanos. No había puesto a Broughton hasta ahora, pero no será la última vez-
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