sábado, 30 de noviembre de 2019

Puñales por la espalda

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Antes de empezar con la crítica de Puñales por la espalda, me gustaría romper un tópico: un buen whodunit (palabro que define una intriga detectivesca donde hay que buscar la identidad de un asesino) no es el juego del Cluedo, juego simpático, pero que poco tiene que ver con el arte y con la literatura (si el whodunit fuera el Cluedo, sería aquello de que "el asesino es el mayordomo", o sea, el tópico). El whodunit bien hecho es un juego literario, casi un scherzo, donde tan importante es quién lo hizo, cómo y por qué (y un buen whodunit no tiene que ser  sorprendente, el asesino puede entrar dentro del tópico, del estereotipo) como sabér por parte del escritor qué contar, cómo contarlo, cuándo contarlo, dónde contarlo y con qué personajes contarlo (tan lícito es reservar la identidad del asesino hasta el final como hacer lo que nosotros hacemos en nuestra Nit de crims, dar una pista muy evidente durante la obra sobre quién lo ha hecho, buscando la complicidad de nuestro público para convertirlo en detective). Saber cómo, cuándo, dónde y con qué personajes contar bien una historia distingue a un escritor y director bueno de uno malo.

Y en cómo contar un whodunit la maestra fue Agatha Christie. Lo suyo no es hacer un Cluedo, es una escritora mucho más heterodoxa y subversiva de lo que algunos que no la han leido creen. Pongo por ejemplo su para mi obra maestra, El asesinato de Roger Ackroyd: Lo importante no es realmente quién es el asesino y cómo lo ha hecho (de hecho si se contase de otra manera, sería hasta evidente, juega con un tópico y un estereotipo del género que no es precisamente "el asesino es el mayordomo), lo "subversivo" es cómo lo cuenta, algo que no era habitual en la época y que aún hoy no se ve tampoco muy a menudo en el género policíaco. Christie siempre jugaba con el tópico, a veces sus asesinos son hasta muy evidentes, y en sus mejores novelas y obras de teatro (para mí, ademas de Ackroyd, Diez negritos, Cianuro espumoso, Asesinato en el Orient Expréss La casa torcida, El misterio de la guia de ferrocarriles, Un puñado de centeno, La ratonera, Telón) incluía anomalías que destrozaban el tópico, hacía que no te podías fiar de nadie, ni siquiera de los detectives (se me ocurren tres obras muy evidentes) ni de los muertos, y a veces se equivocaba de manera grosera (lo que hace en El espejo se rajó de parte a parte con un con una conocida historia no criminal es pasarse de la raya). Pocos han captado esa manera de jugar con el lector de Christie, esa broma, lo convertían en algo esquemático y mal hecho (la reciente adaptación de La casa torcida), creo que los que mejor han captado el esquema juguetón de Christie han sido Billy Wilder convirtiendo una intriga como Testigo de cargo en una formidable comedia criminal y René Clair con su versión de Diez negritos; el francés fue tan poco ortodoxo que hizo el que probablemente es el autospoiler más sonado de la historia: el asesino preguntaba a media película al resto del reparto si creían que él podía ser el asesino... acompañado de truenos y relámpagos, algunos lo consideran una falta de respeto, a mi me parece una genialidad.

Y Puñales en la espalda es un muy buen whodunit, porque Ryan Johnson hace muy bien lo que le salió muy mal en Los últimos Jedi: pervertir el tópico, siendo aparentemente muy heterodoxo es el que mejor ha entendido últimamente la "ortodoxia" de Christie.

Cuando se ha resuelto el crimen (evidentemente no diré quién lo ha hecho. cómo y por qué), el asesino o asesina es casi muy evidente, es un estereotipo (muy cercano por cierto en la manera de cómo lo ha hecho a lo que hicimos en nuestra Nit de crims el pasado febrero, los parecidos en parte me han parecido sorprendentes), también son estereotipos la mayoría de personajes. Pero lo que ha hecho Johnson antes es introducir una anomalía muy de Christie: introducir un personaje que se sale del estereotipo, que no es lo que se espera aunque lo parezca (no diré si es el asesino o no), y lo introduce con un gag también muy poco ortodoxo. Eso creo que es lo que hace que la intriga se salga de la norma, que la haga ingeniosa, que lo que venga después no te lo esperes. Y a eso se le llama maestría narrativa, el director ha jugado con el espectador, y lo convierte en una película muy notable, muy cercana por cierto a lo que hizo Wes Craven con Scream: juega con el tópico, se rie de el.

Y finalmente también tengo que hablar de cómo hacer una crítica sobre un whodunit. Si el crítico sabe lo que se hace, no debería mencionar qué personajes o actores  le han gustado o no de la película. Christie siempre los ponía por orden alfabético (incluso a Poirot y Marple) para no dar pistas sobre cuáles son importantes y cuáles son secundarios o sirven para despistar, forma parte del juego y del scherzo que el espectador adivine por dónde va a llevarlo el autor, y los que hemos participado alguna vez en un whodunit intentamos respetarlo. Por eso no he mencionado qué actores y actrices me han gustado más (todos están bien), estaría dando pistas aunque fuese involuntariamente, y no puedo permitírmelo, Ahí es donde creo que el crítico de Fotogramas Antonio Trashorras (excelente en otras ocasiones) se ha pasado de la raya involuntariamente: ha destacado en lo mejor del filme a un intérprete: quién vea el filme, verá que ha incurrido sin querer en un spoiler, es un personaje clave, sea o no el asesino o la asesina...

Nota sobre 10: 8

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