Si alguien pretendía resucitar al muñeco diabólico de los 80 tras la desastrosa última entrega (aunque no son los mismos responsables de las últimas entregas, esos preparan una serie de televisión tras un conflicto de derechos que ha dado lugar a dos proyectos diferentes) les ha salido el tiro por la culata, este reboot (no es un remake, parte de una premisa diferente) es uno de los fiascos comerciales del verano y un desastre de película.
Si parte de la premisa más idiota que recuerdo en mucho tiempo, lo normal es que lo que siga vaya hacia el descalabro: trama patética (no da ni para un corto), muertes absurdas, actores bajo mínimos y un plano final bochornoso, no, lo siguiente. Del desastre solo se salva la banda sonora, aquí el único que ha hecho bien su trabajo es el compositor Bear McCreary, que ha hecho una nana muy inquietante, lo demás es material de derribo.
Nota sobre 10: 2
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