El hoy desaparecido Rutger Hauer es desde luego todo un icono de la historia del cine por su mítico Roy Batty de Blade runner, pero fue mucho más: el actor fetiche de Paul Verhoeven desde Delicias turcas hasta Los señores del acero, el enamorado hechizado de Lady Halcón, el inquietante autoestopista de Carretera al infierno o el personaje central de La leyenda del santo bebedor dan buena prueba de su talento y su carisma en los 70 y los 80. Lamentablemente a partir de los 90 entró en un incomprensible declive, demasiada tontería que no lo merecía y demasiados papeles pequeños en películas que sí valían la pena y en las que nos habría gustado verle más tiempo en pantalla (Batman begins, Sin City o la reciente Los hermanos Sisters). Descanse en paz este excelente actor
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