domingo, 9 de octubre de 2016

Florence Foster Jenkins

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No he visto todavía la otra pseudoversión de la historia de Florence Foster Jenkins (el premiado filme francés Madame Marguerite, que trasladaba la acción a Francia y cambiaba el nombre del personaje), por lo que no puedo comparar como han tratado ambos la historia de Foster, algo así como la versión en ópera del director Ed Wood, una cantante con nulo talento para el canto (decir que desafinaba es quedarse corto), con muchos problemas en su vida personal (sifilítica por su primer marido y cornuda por el segundo), pero que tuvo bastante éxito en su momento y cuyas grabaciones se conservan.

Así que solo hablaré del filme de Stephen Frears. El director británico sigue lejos del director que deslumbró en los 80 con Mi hermosa lavandería, Ábrete de orejas y Las amistades peligrosas, pero sigue siendo un competente director cuando tiene una buena historia y los actores no se le desmadran creyéndose prima donnas, así que logra una película entretenida, menos ácida de lo que el delirante personaje requería (esto no es la versión que hizo Tim Burton de Ed Wood, es mucho más convencional y más típico biopic), pero que logra sus mejores bazas en su trío protagonista. Meryl Streep está muy bien desafinando lo que no está escrito (aunque por momentos sobreactue) y hace entrañable su personaje, pero creo que están todavía mejor un Hugh Grant espléndido como el simpático caradura que es su segundo esposo (cuando no sobreactúa tartamudeando y le ofrecen papeles con chicha, Grant es muy buen actor) y un Simon Helberg muy bueno como sufrido pianista (a quien le conoce como uno de los protas de The big bang theory le cuesta reconocerlo, está muy cambiado de físico). Película interesante, menor en la filmografía de Frears, pero nada desdeñable.

Nota sobre 10: 6


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