No sé qué habrá pensado Putin de este delirante filme de espías, el caso es que no tiene desperdicio ver que Hollywood sigue mostrando al KGB actualmente como una panda de violadores, torturadores y en el mejor de los casos traidores. Y encima uno de los peores (el personaje de Matthias Schoenaerts) se parece extrañamente a Putin...
Quizás fue porque tuve el día tonto, quizás porque me encanta el material de derribo en forma de grindhouse, o porque no me la tomé en serio, el caso es que no me puedo cargar del todo este Gorrión rojo. Su trama no hay quien se la crea, más propia de un filme Cannon de los 80, con bailarina metida a la fuerza en el KGB, los rusos son más malos que la tiña, el que no se entere quién es el topo entre los rusos que se lo haga mirar, y Jennifer Lawrence empieza a dar muestras preocupantes de no saber elegir sus proyectos. Pero es ese delirio el que me atrae, como persona que ha amado el cine de serie B antes de que se denominase cine Grindhouse o cine "independiente" si tenía ínfulas. Además, son insólitas las escenas tremendas de torturas y Charlotte Rampling da porte a un personaje bastante descabellado. No es la octava maravilla, pero tampoco el desastre que algunos han dicho, dejémoslo en el aprobado justo.
Nota sobre 10: 5
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