sábado, 7 de enero de 2017

Silencio



Vaya por delante que no he visto la primera versión de Silencio de 1971 (ya se pueden ir rasgando algunos las vestiduras, pero esto es un remake, y en mi opinión muy bueno independientemente de la posible fidelidad a la película original, que desconozco), y vaya por delante también que me parece falso que Scorsese solo haya hecho tres películas religiosas, porque en mayor o menor medida tienen mucho de religión como mínimo Taxi driver, Toro salvaje y Casino. Así que hablemos de Silencio, para mí otra nueva obra maestra de Scorsese, aunque veo que hay discrepancias en la crítica (y no lo digo solo por Boyero, que cada vez me parece más el peor crítico de cine que conozco).

Tengo que comparar el filme con el que más se le parece de Scorsese, que es La última tentación de Cristo (lo mismo ya estaba en el filme de 1971, pero me parece que está hecho expresamente por el neoyorkino que el Cristo que se le aparece en sus visiones de Andrew Garfield sea uno pintado por un griego, El Greco). Creo que Scorsese es más atrevido que en el polémico filme anterior, polémica que me pareció absurda por confundir con una blasfemia una visión provocada por el diablo que Jesucristo rechaza finalmente, para mí eso no es blasfemar. En Silencio, Scorsese discute sobre uno de los pilares de la iglesia, el martirio; el protagonista, convertido casi en Cristo, no es que sea tentado por un diablo japonés, es que es obligado a apostatar o a dejar que mueran martirizados... otros; a mí me parece mucho más provocadora la propuesta, y mucho mejor película que la un tanto fallida La última tentación de Cristo. Y lo que algunos han criticado de que los personajes japoneses villanos son maniqueos y un tanto caricaturescos, lo veo lógico teniendo en cuenta que los vemos desde los ojos del protagonista (tampoco debían ser unos santos unos señores feudales que ordenaron matar a miles de cristianos, aunque las razones políticas internacionales, comentadas por el inquisidor japonés, de querer evitar la colonización de Japón, y las de apagar la revolución que provocaron los jesuitas en Japón hagan entedibles, que no aprobables, sus actos). Tampoco estoy de acuerdo en que la película sea larga y repetitiva, a mí no me aburre en ningún momento, y lo de repetitivo es necesario en un filme que tiene que mostrar las sucesivas tentaciones del diablo a un protagonista metido en un corazón de las tinieblas sin salida (aunque esté basado en un personaje real, el personaje de Liam Neeson me parece muy inspirado en la novela de Conrad, y por extensión, en el Kurtz de Apocalypse now). Del reparto, Andrew Garfield cumple dentro de sus límites como su personaje convertido en un Jesucristo con cara de icono, Adam Driver tiene mucha menos presencia que la que parece en la publicidad, Liam Neeson está muy bien en un papel difícil y lo mejor son los actores japoneses, especialmente Isey Ogata (el inquisidor), Tadanobu Asano (el intérprete) y Yosuke Yobuzuka. Gran película de Scorsese, el maestro sigue muy en forma.

Nota sobre 10: 9



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