Desde que en 2010 se diese a
conocer al gran público con la sobrevaloradísima hagiografía El discurso del
rey (ví este verano la versión teatral y está muchísimo mejor, es bastante más
crítica con el personaje y la familia real británica), sigo pensando lo mismo
de Tom Hooper: su mejor filme sigue siendo el más desconocido aquí, aquella
rareza de biopic sobre un entrenador que duró 30 días en el Manchester United
para proclamarse después campeón de Europa con el Notingham Forest, película
llamada El maldito United. Lo que han venido después son películas correctas,
muy académicas en el sentido de que están hechas para gustar a públicos poco
exigentes y a jurados de cine a los que o les gustan los riesgos, pero a las
que les falta un poco de garra y chispa, algo especialmente sangrante en su
versión de Los miserables.
Su nuevo filme, La chica danesa,
sigue por los mismos derroteros. La historia del primer transexual conocido es
correcta, demasiado correcta diría yo, le falta mala leche y locura, y no tiene
un protagonista adecuado, no porque Eddie Redmayne no sea transexual (Jeffrey
Tambor no lo es y borda su papel en Transparent), sino porque es demasiado
joven (el personaje real tenía como 16 o 17 años más que él) y porque se le ha
sobrevalorado demasiado después de su injustificado Oscar el año pasado. Mucho
mejor está Alicia Vikander como su esposa (ya veremos si no gana el Oscar, en
una categoría que yo creo que puede ganar cualquiera de las cinco nominadas),
que es lo mejor del filme junto con el exquisito vestuario de Paco Delgado y la
estupenda banda sonora de Alexandre Desplat, que no comprendo que no esté en los
Oscars cuando es mucho mejor que la de Sicario. El filme se deja ver, pero
podría haber estado mejor.
Nota sobre 10: 5
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