Su episodio de Que viva Italia Elogio fúnebre era casi un presentimiento, con Alberto Sordi presidiendo un entierro. El cine italiano comenzó a no levantar cabeza a principios de los 80 salvo contadas excepciones, y ahí sigue. Scola era uno de los últimos representantes del gran cine italiano clásico, un gran guionista que comenzó a destacar en las películas de episodios como Monstruos de hoy (Que viva Italia era su secuela) y la genial La escapada, y que con algunas irregularidades nos dejó como director varias obras claves como Feos, brutos y sucios, La familia, La noche de Varennes y su obra maestra, Una jornada particular. Su despedida del cine fue un documental sobre otro genio del cine italiano, Qué extraño llamarse Federico (Fellini, of course). Descanse en paz Scola, le echaré mucho de menos.
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