De vuelta tras unos días de vacaciones, y ya que no me dedico a comentar divorcios por sonados que sean, hay que reanudar este blog con el fallecimiento de un gran director y guionista de cine negro y policíaco que no tuvo tanta suerte en otros géneros, y que tuvo sonados rifirafes con sus actores antes de que dos estupendas películas en los 90 lo consagrasen: Curtis Hanson
Hanson empezó a llamar la atención con dos guiones para películas ajenas, la muy notable Testigo silencioso y la muy discutida en su momento Perro blanco, y tuvo unos titubeantes inicios como director (aunque dio una de sus primeras oportunidades a Tom Cruise, Ir a perderlo y perderse, uno de los primeros que lo pusieron a parir), para llamar la atención con dos notables filmes como Falso testigo y Malas influencias (el mejor papel que ha tenido Rob Lowe, otro que salió escaldado de la relación con Hanson). Llega entonces su década más dorada, la que va de 1992 a 2003, con sus mayores éxitos: La mano que mece la cuna, Río salvaje, L. A. Confidential (Oscar al mejor guión adaptado para Hanson), Jóvenes prodigiosos y 8 millas. La mano y L. A. son sin duda sus obras más recordadas.
Y a partir de ahí la decadencia, de pasar de ser un nombre clave a dirigir películas completamente anodinas que poco tenían que ver con el cine políciaco que le dio fama (En sus zapatos, Persiguiendo Mavericks) o que eran fallidas (Lucky you). Un triste final para un director que tuvo varias excelentes películas y al que le lastró su irregularidad. Descanse en paz.
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