Podría pasar el dato por alto de que es una hagiografía en toda regla pagada por la familia (los Botín, si alguien se espera a los títulos de crédito finales, comprobará que están emparentados con el descubridor de las cuevas), si fuese una buena película, pero este Altamira no lo es.
Hugh Hudson hace años que perdió el relativo pulso de Carros de fuego y Greystoke, y en este filme continúa su decadencia. El filme es mortalmente aburrido contando un tema que podría haber sido apasionante (el descubrimiento de Altamira la lió parda, con la iglesia y con los científicos), tiene fallos de casting clamorosos (no sé a quién se le ocurrió contratar a una actriz iraní para hacer de mujer española de Banderas, y Rupert Everett hace el ridículo como cura rapado) y fallos de ambientación que creía superados ya en el cine internacional (los periódicos españoles dudo que estuviesen todos en el siglo XIX publicados en inglés). Filme muy flojo, del que se solo se salva la correcta interpretación de Antonio Banderas y la excelente fotografía del maestro José Luis Alcaine.
Nota sobre 10: 3
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