Aunque llevaba trabajando desde los 60, y participado en títulos importantes del cine argentino como La Patagonia rebelde, la fama le llegó a Federico Luppi muy tarde, a los 45 años con una joya llamada Tiempo de revancha. De la mano de su director Adolfo Aristaráin en cinco películas más (Últimos días de la víctima, Un lugar en el mundo, La ley de la frontera, Martín (Hache) y Lugares comunes) llegó a lo más alto, a ser el mejor actor argentino (con permiso de Ricardo Darín y Héctor Alterio) y uno de los más grandes actores de cine del mundo, imprescindible tanto en su país de origen como en España, de la mano de grandes directores como Mario Camus, Agustín Díaz Yanes y Guillermo del Toro, el otro que más confió en él en tres películas, Cronos, El espinazo del diablo y El laberinto del fauno. Sin duda un enorme actor al que echaré de menos, descanse en paz.
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