Stefan Zweig pasó de ser una figura clave de la Europa de entreguerras a tener un trágico final y después a quedar un tanto olvidado. Esta película austriaca, centrada en los últimos meses de su vida, es un cariñoso homenaje a su figura, pero no acaba de ser redonda, tiene algún problema de ritmo y la fragmentación en episodios la hace un tanto dispersa. Eso sí, Josef Hader está espléndido como Zweig y la escena final y su atípica manera de contarla a través del espejo de un armario vale por toda la película. Muy recomendable a pesar de sus fallos.
Nota sobre 10: 7
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