sábado, 11 de febrero de 2017

Cincuenta sombras más oscuras


Hace dos años, con el estreno de la inenarrable Cincuenta sombras de Grey comenté que el origen de la novela de E. L. James era una fannovel de Crepúsculo (que ya son ganas), pues tengo que autocorregirme, la inspiración de la escritora viene de más atras: la historia de Anastasia Steele y Christian Grey no es otra cosa que la de la Cenicienta de toda la vida (no está muy lejos de Pretty woman, aunque Steele no sea prostituta, y de Nunca me han besado, aunque a Steele sí la hayan besado), cambiando el zapato de cristal por las plumas de pavo real, los cachetes en el culo y las bolas chinas (los látigos que dicen algunos sigo buscándolos; esto no es sadomaso ni por asomo, si lo ven Masoch y Sade se mueren de nuevo del ataque de risa).

Y no pasa de ser la manida comedieta rosa romántica de los últimos tiempos, con un poco más de carne y sexo (no tanto como se dice, a Jamie Dornan no se le ve más que el principio de la raja del culo, y Dakota Johnson me parece que no se quita ni las bragas, y además tengo la sospecha de que han utilizado dobles de cuerpo, en muchos momentos no se ven claras sus caras), y con mucha inspiración-homenaje a Mike Nichols (no solo El graduado, Dakota Johnson dice en un momento del filme  un mismo diálogo que su madre Melanie Griffith en Armas de mujer), con unos diálogos de besugo, unas escenas eróticas que no admitirían ni en la peor secuela de Emmannuelle (si aquello era erotismo blando, esto es erotismo para todos los públicos en comparación), dos actores que están mal, no, lo siguiente (no se salva ni Kim Basinger, no le llega a la altura de los tacones de aguja a Anne Bancroft en El graduado, y los años y el botox han hecho estragos en su rostro) y un final muy, muy previsible. Lo único que tiene de oscuro es el título, es una cursilada de cuidado y todavía peor que la primera, los títulos de crédito anuncian la secuela, dios nos pille confesados.

Nota sobre 10: 0



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