En 1975, un directorzucho que respondía al nombre de Steven Spielberg tuvo la peregrina idea de que una sardina anémica podía dar miedo, y le dio el nombre de Tiburón. Aquello no daba miedo ni a las excursiones del Imserso y lo vieron cuatro gatos, así que del tal Steven Spielberg nunca más se supo. No ayudó mucho que escogiera como compositor a un becario de Universal llamado John Williams, que no sabía dar más de dos notas seguidas, y menos causar inquietud. El resultado, un desastre.
Tuvo que llegar el director italiano Enzo G. Castellari y arreglar el desaguisado. El resultado es una obra maestra llamada L'ultimo squalo, rebautizada aquí Tiburón 3, para sorpresa de propios y extraños que no recordaban el filme del tal Spielberg. Castellari dotó al tiburón de una gran profundidad psicológica, apoyado en unos innovadores efectos especiales digitales y un desarrollo imprevisible de la trama. Gran clásico del cine italiano sin duda, dos años después los norteamericanos intentaron hacer una mala copia del mismo en 3D.
De la banda sonora se encargaron los Hermanos de Angelis, infinitamente mejores sin duda que Williams, el tema es de obligada interpretación en cualquier repertorio de música clásica.
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