Falsos culpables hay unos cuantos en la filmografía de Alfred Hitchcock, pero desde luego el más extraño y original es el de Yo confieso. En esta obra maestra de 1953, basada en una obra de teatro francesa, un sacerdote recibe la confesión de un asesino. Al tener un pasado con la víctima, el sacerdote se convierte en principal sospechoso, y además no puede revelar el nombre del asesino por el secreto de confesión. Es una de mis películas favoritas en blanco y negro de Hitchcock, maravillosamente interpretada por Montgomery Clift.
Y tiene una notable banda sonora del gran Dimitri Tiomkin.
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