viernes, 16 de agosto de 2019

Érase una vez en Hollywood

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Llamadme bicho raro si queréis, pero cuanto más ponen a parir a Tarantino, más me gustan sus películas, donde sus "fans de medio pelo" han visto  una película "lenta y aburrida" es probablemente la que menos me ha aburrido (y que conste que no me ha aburrido ninguna de las 8 y un cuarto de Four rooms anteriores) y la que más se me ha pasado en un soplo (¿lenta?) . Claro que también me debe influir el estado de ánimo; el miércoles volví a ver Los Goonies y... me dormí (estaba cansado de una mañana movidita), me sigue pareciendo sobrevalorada, influye en que la vi en el momento más nefasto de mi vida y que mis recuerdos personales negros de 1985 pueden más que los valores de la película.

Supongo que las quejas vienen por la primera parte de esta historia del par de amigos del actor venido a menos vecino de Sharon Tate y Roman Polanski y de su amigo especialista con  oscuro pasado (gran idea que no sepamos si realmente mató a su mujer o no, no sé si es un homenaje a la obra teatral de Martin McDonagh La calavera de Connemara o si ambos han tenido la misma idea), en un dia "anodino" como el 9 de febrero de 1969 y en una noche trágica como la del 9 de agosto del mismo año.

Porque ese dia "anodino" está lleno de grandes momentos, los más tarantinianos no por el uso de la violencia, sino por su amor al cine (si puede ser el más pulp y más Grindhouse) y por el uso de los diálogos y la música. Me parecen memorables su escena con Al Pacino con su recomendación de cambiar de aires, la escena del perro (sin apenas palabras, novedad en Quentin), la escena alternativa de La gran evasión, el encuentro entre la actriz infantil y Dicaprio (qué mejor manera de definir a dos personajes que con el libro que están leyendo: un tocho sobre Disney y un pulp), el duelo  entre Bruce Lee y Brad Pitt (a mi no me pareció una falta de respeto hacia Lee, sino un divertido homenaje, un duelo entre gallitos "arbritrado" por otro gallo como Kurt Russell, como si Chuck Norris se le hubiese subido a las barbas a Lee en El furor del dragón, el homenaje respetuosos a Lee está en otro momento del filme), la escena de Sharon Tate viéndose a si misma en un cine y disfrutado (no entiendo a los actores que dicen que no les gusta ver sus trabajos en pantalla; me siento como Margot Robbie en la película, me encanta volver a ver lo que he hecho, aunque tenga defectos) o el encuentro de Pitt con Bruce Dern (salvo que Tarantino haya cambiado mucho el guión, no acabo de ver a Burt Reynolds en el papel que no pudo hacer, es un papel que le pega más a Dern). Todos ellos momentos formidables que hacen dos horas de gran cine. Si le tengo que poner un pero a esa primera parte, es que me sobra la aparición de Charles Manson, lo que tengo que saber sobre él y su "familia" lo veo en la escena del Rancho, está todo y sin necesidad de que él salga, la escena de Manson me sobra.

Y luego está la parte final. Aquí si que no puedo decir nada, hay sorpresa, por mucho que Quentin Tarantino haya diseminado pistas en el filme en momentos que recuerdan a una de sus películas anteriores (darse cuenta de a qué película me refiero es la clave para adelantarse a lo que va a pasar). Siendo la escena más Tarantiniana, es donde más se arriesgaba y donde podía salir esquilado, cuando todos pensábamos que ibamos a un desenlace esperable (el viejo chiste de que "yo no veo una película basada en hechos reales, ya se que va a morir Cristo o se va a hundir el Titanic"), ocurre lo inesperado. a mí me parece sencillamente brillante y magistral, aunque a alguno le va a parecer seguramente una falta de respeto. 

Nota sobre 10: 10


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