Era la película maldita por excelencia, la que parecía que no se iba poder filmar nunca, y que dio lugar a un documental espléndido sobre su no rodaje. Finalmente, El hombre que mató a Don Quijote se ha terminado... y ha sido una enorme decepción.
Ya había mucho de Don Quijote en la filmografía de Gilliam, son claros sus homenajes en dos filmes como El rey pescador y Doce monos (los personajes de Robin Williams y Bruce Willis son claramente Quijotes), algo menos en Brazil o Munchausen e incluso los dos periodistas de Miedo y asco en Las Vegas tienen algo de Quijote y Sancho Panza. Era claro que era el director ideal para este homenaje al Quijote (que no versión de la novela, la historia difiere bastante aunque tenga presentes escenas míticas como los molinos de viento o el Caballo Clavileño).
El problema es que el guión no es bueno, es un caos y un batiburrillo, con ideas buenas dispersas enmedio de otras completamente de bombero, especialmente en un dantesco y muy fallero climax final (rodado eso sí en un sitio imponente como es el Convento do Cristo de la población portuguesa de Tomar), le falla estrepitosamente un protagonista como Adam Driver que no da la talla (está más perdido que su personaje, solo que el personaje lo requería), creo que le falta algo de presupuesto (o no se nota) y le sobran minutos. Solo se salvan un gran Jonathan Pryce como el zapatero que acaba creyéndose que es el Quijote y la bellísima banda sonora de Roque Baños. Esperaba mucho más de Gilliam, ha sido mejor el mito de película maldita que la película en sí.
Nota sobre 10: 4
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