En 1959, el productor Samuel Bronston no es una figura demasiado conocida. Sus primeros filmes que encuentro en IMDB, Ciudad sin hombres y Aventuras de Jack London, no los conozco o no los recuerdo. En esa fecha decide instalar su productora en España y hacer superproducciones en nuestro país: nace el Imperio Bronston.
Imperio que tenía los pies de barro. Los altos costes y los sucesivos fracasos comerciales hicieron que durara solo cinco años hasta acabar en bancarrota. Dejó atrás una colección de películas muy populares y alguna francamente buena: El Capitán Jones, Rey de reyes, el corto El valle de los caidos, 55 días en Pekín, El fabuloso mundo del circo y La caida del Imperio Romano, que también se considera la caida del Imperio Bronston.
La mejor y la única que se puede considerar un gran éxito es El Cid. Anthony Mann la llevó a su terreno y convirtió la historia de Rodrigo Díaz de Vivar en un western medieval, apoyado en un guión supervisado por Ramón Menéndez Pidal, que ya había estado en un proyecto español anterior promovido por Franco, tan interesado en el rodaje el dictador que puso todos los medios al alcance de la película. A pesar de los problemas en el rodaje (los actores parece ser que se llevaban a matar y el papel de Jimena estaba previsto para Sara Montiel), es una de las últimas obras maestras de Mann, junto con La caída del Imperio Romano (Los héroes de Telemark está bien, pero es un filme menor, y Sentencia para un dandy no pudo acabarla)
La banda sonora es otra obra maestra. Mklos Rozsa hizo una partitura majestuosa, épica y romántica, partiendo en parte de las Cantigas de Santa María. Sencillamente memorable.
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